Por Lic. Julián D’Angelo (*)
Para muchas personas las fiestas son una oportunidad para la reflexión y son momentos donde lo solidario brota a flor de piel. Pero la sociedad de consumo lo fue tapando, imponiendo nuevas tradiciones seculares que transformaron a estas fechas en un simple momento para las celebraciones ligadas a lo material y a los festejos ruidosos.
A pesar de ello, algunas costumbres fueron cambiando, como los fuegos artificiales, donde la ilegalidad en los productos pirotécnicos fue reducida a su mínima expresión, y una mayor conciencia sobre su impacto negativo en los animales y las personas con TEA, hizo que cayera fuertemente su uso.
Los nuevos tiempos vinieron de la mano de un cambio positivo mediante una mayor conciencia ambiental y un renovado compromiso social, fundado también en los momentos difíciles que les toca pasar a muchas familias y así, la forma en que pensamos y hacemos regalos también se está modificando. La tendencia de incorporar un sentido responsable, sustentable o con “propósito” a lo que obsequiamos no ha parado de crecer.
Además, cada vez hay más opciones: desde productos elaborados por emprendimientos responsables, cooperativas o empresas B, productos orgánicos o agroecológicos, de belleza y perfumes naturales, nuevos juegos didácticos o cooperativos, hasta alternativas de turismo sustentable, entre muchas otras.
Es sabido que este tipo de “consumo consciente” es aún más notorio entre los jóvenes menores de cuarenta años, pero no son solo ellos. Importantes estudios de mercado, como los realizados por la Consultora Nielsen Internacional o la Fundación española Forética, señalan que una de cada cinco personas deja de comprar productos de empresas que no consideran éticamente responsables y más de la mitad de los consumidores elegiría un producto de una empresa sustentable, aunque le costara más dinero.
Por ejemplo, según un informe reciente elaborado por una página web de reventa de moda, los más jóvenes están apostando cada vez más por la moda sostenible y de calidad: el 54% de los encuestados, pertenecientes a la generación Z, se comprometían a comenzar a comprar artículos de mayor calidad y no de bajo coste, y por el lado de los millennials, el 40% de ellos afirmaba empezar a dejar de apoyar a las firmas de fast fashion “moda rápida”.
De esta forma, se ha descubierto que el ojo del consumidor va más allá del precio o, hasta incluso, la calidad del producto, comenzando a valorar más el comportamiento responsable y sostenible en el proceso de su elaboración. Es por ello que muchas empresas han hecho propia esta mirada y recurren también a lo que se denomina márketing con propósito, donde lo que se busca divulgar es el compromiso con el ambiente y la sociedad que posee la compañía, más que las características particulares de un determinado producto.
De alguna manera, los consumidores comprendieron también que los productos sustentables pueden ser más caros, y están dispuestos a poner el precio en un segundo lugar porque priorizan a las empresas que los elaboran sin externalizar sus costos a la sociedad, como lo hacen las compañías irresponsables mediante la explotación de recursos naturales no renovables, la depredación del ambiente o la generación excesiva de residuos.
Es así que un regalo sustentable o “con causa”, se vuelve más personal y le aporta otro significado y un valor agregado, tanto a quien lo compra, como a quien lo recibe.
(*) Licenciado en Administración (UBA). Coordinador Ejecutivo del Centro Nacional de Responsabilidad Social Empresarial de la Universidad de Buenos Aires.